Sabéis que llevo años dedicados a recuperar la memoria de las mujeres que me precedieron en el tiempo y en el estudio del aragonés. Todavía hoy sigue siendo importante visibilizar el trabajo femenino en un mundo tan masculino y masculinizado como es el del aragonés, en el que las pocas mujeres que estamos sufrimos una doble discriminación por escribir y/o investigar en una lengua minoritaria y minorizada, y por nuestra condición de mujeres.
Eduardo Sánchez Salcedo, director de la revista Serrablo, me pidió una colaboración para ella y este es el artículo que he escrito.
Por si alquien le interesa algún dato, esta es la referencia: M.ª Pilar Benítez Marco, "Blanca Lanzas Parga. Una pionera en el estudio de la Filología Aragonesa", Serrablo, 166 (julio 2013), pp. 4-6.

Hace unos años, desde mi condición de filóloga y ante
la extrañeza que me producía no encontrar ningún nombre femenino entre la bibliografía
que consultaba para mis estudios sobre Filología Aragonesa, emprendí la tarea
ardua y difícil de recuperar la memoria y el trabajo silencioso y silenciado de
la mujer en este campo del saber científico. Una parte importante de los
resultados obtenidos en esa investigación la di a conocer en el libro María Moliner y las primeras estudiosas del
aragonés y del catalán de Aragón
(Zaragoza, Rolde de Estudios Aragoneses, 2010) y en algunos artículos
posteriores, como “Nieus Luzía Dueso Lascorz. Una vida de mujer ejemplar
para el aragonés” (Rolde, 133, abril-junio 2010, pp. 36-39) y “Otra
pionera en el estudio del aragonés: María del Pilar Guirao Parga” (Alazet,
en prensa). El proyecto continúa abierto, pero las páginas de dichos trabajos
han permitido sacar a la luz, hasta el momento, el nombre y la trayectoria vital
de treinta y cinco mujeres que, de una u otra manera, estudiaron las dos
lenguas minoritarias de Aragón. A Óscar Latas Alegre le debo que me hablara de
la primera estudiosa con la que inicié tal investigación: su profesora de Lengua
y Literatura Española en el instituto “San Alberto Magno” de Sabiñánigo
(Huesca), Blanca Lanzas Parga, a la que queremos recordar desde estas líneas.
Aunque nacida en Boltaña (Huesca) en 1932, la
pérdida de su padre a una edad temprana hizo que la familia se trasladara a
Jaca. Allí empezó a estudiar, primero, en el Colegio de Santa Ana y, después,
en el Centro Politécnico de Estudios, dirigido por Juan Manuel Ferraz. Entre el
profesorado de este centro, se hallaba Tomás Buesa Oliver, que, como es sabido,
tuvo una larga y dilatada carrera como profesor e investigador universitario,
en especial dentro de la Filología Aragonesa. La influencia de Tomás Buesa, que creó en Jaca el
grupo de teatro “Coturno”, del
que la estudiosa formó parte, fue decisiva para que Blanca Lanzas decidiera
cursar la carrera de Filología Románica.
De hecho, en 1950, tras terminar el Bachillerato y aprobar
el Examen de Estado, inició dicha Licenciatura en la Universidad Central
de Barcelona, donde estudió, entre otros, con los profesores Martín de Riquer i
Morera, al aragonés José María Castro y Calvo, o Antoni Maria Badia i Margarit que, a la postre, dirigió su tesis
de licenciatura. En este sentido, cuando cursaba cuarto de Filología Románica,
Blanca Lanzas le expresó a dicho profesor su intención de realizar una tesina sobre
el aragonés y, más en concreto, sobre el léxico de la casa pirenaica. A Antoni
Badia le pareció bien la idea, ya que eran escasos los estudios que, en la
época, había sobre dicha lengua y aceptó la dirección del trabajo.
Ese mismo verano de 1954 y durante el siguiente, la
estudiosa recorrió los valles de Ansó (Ansó), Echo (Echo, Siresa, Embún,
Urdués), Aragüés (Aragüés del Puerto, Jasa), Alto Gállego (Biescas, Búbal, Polituara,
Sallent, Tramacastilla, Sandiniés, Senegüé, Latas, Yebra, Lárrede, Oliván),
Broto (Broto, Sarvisé, Fiscal, Javierre de Ara) y el Campo de Jaca (Jaca,
Banaguás, Asieso, Borau, Guasa, Aísa, Aratorés, Villanúa, Santa Cruz de la Serós, Castiello de Jaca,
Santa Cilia), realizando encuestas preferentemente a personas ancianas, de sexo
femenino y con escaso contacto con el exterior. Este trabajo de campo, junto
con la consulta de la escasa bibliografía que en aquel momento había sobre el
tema, le permitió redactar su tesina, que presentó en 1956 bajo el título Léxico de la vivienda en el Pirineo aragonés y que la convirtió, hasta donde conocemos,
en la primera mujer aragonesa licenciada en Filología Románica. En dicho
estudio, siguiendo el método alemán wörter
und sachen (“palabras y cosas”), Blanca Lanzas expuso los materiales que
había recogido sobre la casa altoaragonesa y las industrias caseras más
frecuentes, y que incluían unas ciento cincuenta voces referidas a estos campos
léxicos. Estudió, además, desde el punto de vista etimológico algunas de estas
palabras, con especial atención a su evolución fonética y semántica. Es,
precisamente, este último aspecto, la explicación de los diferentes componentes
semánticos que influyeron en el significado de los vocablos, el que tal vez
mejor muestra la originalidad y vigencia del trabajo realizado por esta
filóloga. La estudiosa completó su tesis de licenciatura con un cuadro
comparativo de las voces aragonesas recopiladas en relación con sus
equivalentes en catalán y aranés, con documentación gráfica de difente índole y
con un índice de voces que permite localizar fácilmente las palabras
mencionadas a lo largo del estudio.
Cuando terminó su Tesina, Blanca Lanzas tuvo intención
de cursar los estudios de doctorado, pero en su vida se abrieron nuevos
caminos, el de la docencia y el de la familia, que la alejaron de tal propósito.
En 1958 ocupó una plaza vacante en el Instituto Laboral “San Alberto Magno” de
Sabiñánigo (Huesca) como profesora de Lengua y Literatura Española y, durante
cuarenta cursos escolares más, la estudiosa permaneció en este instituto
impartiendo clases de dicha asignatura a varias generaciones de alumnas y
alumnos. Un año después, en 1959, conoció en esta localidad altoaragonesa a
Gerardo Sultán Achach, cónsul francés en Huesca, con el que se casó en 1964 y
con el que tuvo tres hijos.
Aunque la docencia y la familia no le dejaban tiempo
para continuar sus investigaciones, aún retomó su tesina unos años después de
entrar a trabajar en el Instituto “San Alberto Magno”, ya que aquella le sirvió
de base para realizar su trabajo magistral
para el Concurso-Oposición restringido de Institutos Técnicos de Enseñanza
Media. Ajustándose a la convocatoria del Boletín Oficial del Estado, de 16 de
Septiembre de 1968, en la que se pedía al opositor un estudio sobre un tema
relativo a problemas de interés para la comarca en la que se hallaba el centro
de la plaza para la que se concursaba, Blanca Lanzas presentó dicho trabajo
bajo el título Léxico de los utensilios
caseros en el valle de Tena, pero, como posteriormente fue autorizada para
ampliar la zona de estudio, el contenido de la investigación desbordó el
título. En este último trabajo, presentado en abril de 1969, la estudiosa contó
con una colaboración muy especial: la de la pintora y también profesora del Instituto
“San Alberto Magno” María Cruz Sarvisé Laiglesia, que le proporcionó
algunos dibujos, los mismos que ilustran este artículo.
Después de esa fecha, Blanca Lanzas vivió dedicada profesionalmente a la
enseñanza y, siempre que tuvo ocasión, transmitió el gusto y la pasión por la
investigación a sus alumnos y alumnas, como muestran estas palabras de Chaime Marcuello:
Fue
tras una discusión en clase de literatura de segundo de BUP con la profesora,
doña Blanca […]. Discutimos sin ponernos de acuerdo sobre el origen del
aragonés, sobre sus características propias y, para rematar, me terminó
diciendo: “Mucho hablar de defender el aragonés, pero hacer hacer no haces
nada…, más valdría que hicieras algo como los de Amigos de Serrablo”. Sirvió
como acicate y gracias a ella empecé.
En otro lugar y en otro momento, dije y escribí que resulta curioso lo
que la historia transmite de cada una de las personas que la vamos
construyendo. Pareciera que fuera el vuelo de una mariposa o de una libélula el
que decidiera dónde debe detenerse, dónde no hacerlo. Si la historia es la de
una mujer, el vuelo todavía es más caprichoso y pocos o ninguno son los pétalos
que quedan de ella. Por eso, conviene, de vez en cuando, ser mariposa o
libélula y volver a volar vidas labradas en el aire y en la tierra. En esa
mariposa o libélula nos hemos querido transformar en este breve recuerdo a
Blanca Lanzas, pionera en el estudio de la Filología Aragonesa.