Hay lugares de gentes especiales, que emocionan y transmiten los mejores valores del ser humano. Monegrillo y sus habitantes es uno de ellos.
Mis padres y yo tuvimos la suerte de vivir allí durante unos años de mi niñez. Allí en la escuela de parvulitos del viejo ayuntamiento aprendí a trazar mis primeras letras. Allí, entre juegos y risas, nadaron algunos años de mi infancia entre mares de trigales y amapolas. Allí, a pesar del tiempo pasado, se hallan algunas de mis amigas y amigos esenciales.

Gracias por la tarde de ayer en la Biblioteca Pública "Ángel Jaria" de Monegrillo. Nunca la olvidaré.