sábado, 13 de marzo de 2010

Nieus Luzia Dueso, una bida de muller exemplar ta l'aragonés


Nieus Luzía Dueso Lascorz

Maestra nacida en 1930, fue la primera mujer que escribió en aragonés (chistavino), después de Ana Abarca de Bolea e Isabel de Rodas en el siglo XVII


Quiesta Luzía, el pasado 4 de marzo, terminaste el viaje por esta vida que habías iniciado en Plan en 1930 y que continuaste, cuando solo tenías doce años, en Algayón. Siempre recordabas que allí en La Llitera, cuando asistías al Colegio de las Hermanas del Corazón de María de Tamarite, al darte cuenta de que algunas compañeras que hablaban castellano se reían de otras que lo hacían en el catalán de la Franja, pasaste tres meses sin querer ir a jugar en el recreo, para que no te oyeran hablar en el aragonés chistabino que habías aprendido, sobre todo, de tu abuela Joaquina, de Señes, de quien escuchaste la mayoría de los cuentos y leyendas que, con el tiempo, tú recrearías y escribirías.
Tus siguientes paradas en el viaje por la vida fueron Barbastro, donde estudiaste Bachillerato y el primer curso de Magisterio y donde redactaste tu primer soneto en castellano dedicado al “Azul de Pepín”, y Huesca, ciudad en la que terminaste tus estudios de Magisterio en 1952.
Desde entonces hasta tu jubilación en 1992, dedicaste tu vida a la docencia, en diferentes escuelas de la provincia de Huesca y de Barcelona, y, siempre que pudiste, la uniste a tu otra gran pasión, el aragonés chistabino. Así, en el curso 1953/54, cuando estabas de maestra en Plan ayudaste a tu compañero de escuela, Santiago Román, a traducir a este dialecto “Manolo y Angelé” y, en 1967, durante otro de tus periodos de docencia en el valle de Chistau, conociste a Ánchel Conte que, en aquella época, impartía clases en el Colegio Libre Adoptado de Aínsa y con el que fuiste tejiendo una preciosa amistad hivanada con palabras en aragonés. Un poco después y por medio de él, hiciste lo mismo con Francho Nagore, que fue a Plan con un grupo de amigos, a los que, recordabas riéndote, tú misma vestiste con chipón.
Por tu gran conocimiento del aragonés chistabino, fuiste informante de ambos y también de Rafael Andolz, y, pronto, animada por todos ellos y, especialmente, por tu primo Joaquín Ferrer, comenzaste a publicar tus escritos en chistabino en 1967 y ya no dejaste de hacerlo hasta tus últimos días: “La Val de Xistáu. Economía”, “L’autosia (cuento xistabino)”, “Reclamo”, “Leyenda de la Basa de la Mora, de Plan”, Al canto’l Zinqueta. Poemas en chistabín, Leyendas del Altoaragón, La fuen de la Siñora, Dios me’n guarde!, Santamaría (cuento chistabino), etc.
Fue así como te convertiste (al menos, por lo que sabemos hasta el momento) en la primera mujer que escribiste en aragonés después de Ana Abarca de Bolea e Isabel de Rodas, las dos en el siglo XVII, y en una de las iniciadoras, junto con las personas señaladas, del movimiento de defensa y dignificación del aragonés en esos años finales de la década de los sesenta y principios de la de los setenta del siglo XX. No es de extrañar, por ello, que hayas ido sumando distinciones y reconocimientos a lo largo de tu viaje, como la Flor de nieve de plata de Radio Huesca por Leyendas de la Bal de Xistáu o el Onso de Oro en el Certamen Literario Val d’Echo, por la “Leyenda del siñó de San Chuan”, y que hayas sido Consejera Adjunta del Instituto de Estudios Altoaragoneses, miembro del Consello d’a Fabla Aragonesa o Académica d’Honor del Estudio de Filología Aragonesa.
Sabes, mi quiesta Luzía, que estoy escribiendo estas palabras emborronadas con bella glarimeta, desde la profunda tristeza que me produce el final de tu viaje entre nosotros y el que, por tan solo unas semanas, no hayas podido llegar a ver ese libro sobre las primeras estudiosas del aragonés y del catalán de Aragón, que se cierra con un capítulo dedicado a tu vida y a tu obra, que tanta ilusión te hacía, por revelar una de tus facetas menos conocidas, el de investigadora del aragonés, y que con tanto cariño he ido escribiendo en los últimos años.
Pero sabes, mi quiesta Luzía, que las escribo también desde la tranquilidad y la alegría de saber que pudiste ver, al menos, promulgada esa Ley de uso, protección y promoción de las lenguas propias de Aragón, que reconoció al aragonés como lengua propia de Aragón y por la que tanto luchaste, y de que tienes, porque ya la tuviste en esta vida, esa paz de la que, en uno de tus últimos libros, decías “ixa ye la millor paz: la que s’asienta en es quefers cumplius y en las obligazions fetas en cada momento con l’alegría de pensar que, si toz nos i fon, tot marchará bien”.
Pos ixo, Luzía, parafraseando el título de una de tus obras y recordando tu profunda fe religiosa, que Dios te’n guarde y que tu vida de trabajo discreto, constante y bien hecho en torno al aragonés nos sirva de ejemplo para continuar a faina, desde la unidad, el respeto y el entendimiento entre los que todavía continuamos el viaje aquí.
Gracias mi quiesta, nuestra quiesta Luzía.

M.ª Pilar Benítez Marco

Publicado en Heraldo de Aragón, 6 de marzo de 2010, p. 64